Esa luz, a los gitanos buenos, no les deslumbra nunca...
JOAQUÍN CARLOS LÓPEZ LOZANO, "ELIDO"
Un día, alguien preguntó a un buen bético, hombre aficionado al toro y al cante, hombre de viejo cuño y de casi perenne juventud, porque era bético y su sobrino sevillista.
- Es lo mismo que si me preguntara porqué bailan los gitanos…
- ¿Es que los gitanos…?
No tuvo tiempo de seguir adelante. Y, aún a sabiendas de que hay buenos calés en la otra acera, rubricó la sentencia con estas palabras:
- Los béticos hemos vivido muchos años, muchas "temporás", como los buenos gitanos, con vida "probe" y llena de amarguras…
Y entonces, se levantó, abrió las ventanas y mirando los oteros del Aljarafe, fue a perderse su mirada en lontananza, en una lontananza lejana, muy lejana, remota, remotísima.
Así han vivido los béticos más de dos quinquenios: con la mirada puesta muy lejos. Al poniente, evocaban su pasada grandeza, y al levante, su porvenir: el ascenso.
Vivían, como los buenos gitanos, en la fragua vieja. Echaban carbón al fuego y martilleaban estoicos, mientras el sol sevillista remontaba y se mantenía arriba con aire cegador. Esa luz, a los gitanos buenos no les ciega nunca. Para ello no necesitan gafas negras. Y a los béticos les sucedía lo mismo.
Notas:
Artículo con ocasión del regreso del Real Betis Balompié a la 1ª División tras 15 años. (1958)
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