Blogia
SOCIEDAD CÍRCULO BÉTICO DE SEVILLA circulobetico@yahoo.es

Historia

La verdadera antigüedad del Betis

La verdadera antigüedad del Betis

MANUEL CARMONA, HISTORIADOR DEL REAL BETIS

El Real Betis Balompié fue producto de la fusión del Sevilla Balompié y del Real Betis Foot-Ball Club (equipo escindido del Sevilla Football Club) en diciembre de 1914, pero no nació como un nuevo equipo sino que por el cambio de denominación del Sevilla Balompié heredó la antigüedad de ese gran club, fundado en 1907. Así se puede comprobar consultando el libro de Registro de Asociaciones de 1906 que se conserva en la Delegación del Gobierno en Andalucía y al que más adelante nos referiremos.

Anteriormente al Sevilla Balompié, hubo en Sevilla un equipo llamado Sociedad de Foot-Ball Club no Sevilla Foot-Ball Club, cuya existencia aparece en el ejemplar de 1906 de la prestigiosa y documentada “Guía Oficial del Comercio y de la Industria de Sevilla y su Provincia”, en la que se recogen los datos referentes a la ciudad del año anterior y cuyo texto se inserta a continuación. Posteriormente, dicho club no vuelve a ser citado en ningún otro ejemplar de la referida publicación, lo que nos demuestra que ha dejado de existir.

Tras la disolución de ese equipo es cuando aparece el Sevilla Balompié y, sobre un año después, el Sevilla Foot-Ball Club, como se demuestra por medio de la portada de “EL LIBERAL” del 31 de octubre de 1908 en la que aparece la noticia de la fundación del Sevilla Foot-Ball Club, que dice literalmente como sigue:

"DE SPORT
Sevilla Foot-ball Club

Ha quedado definitivamente constituida en esta ciudad una Sociedad de "foot-ball" que piensa dedicarse a la propagación, desarrollo y ejercicio de tan difícil juego. El entusiasmo que reina entre sus socios nos hace esperar que pronto podrán hacer frente a los mejores equipos españoles. Provisionalmente tienen fijado su campo de juego en el Prado de San Sebastián, donde celebran todos los jueves y domingos por la tarde interesantes partidos de entrenamiento entre los equipos de dicho club.

Van apuntados unos 80 jóvenes que forman cinco equipos del Sevilla F. C. título de la simpática Sociedad creada. De los proyectos que abriga su Junta directiva nada podemos decir por ahora, hasta tanto que los respectivos equipos de "sportmen" reciban su uniforme de juego, compuesto de una camiseta blanca con franja roja y calzón blanco, que esperan tener dentro de breves días.

Sólo sí, adelantaremos la noticia de que se aspira a luchar muy en breve contra los equipos de Huelva y Gibraltar, cuando bien entrenados los jugadores conozcan a la perfección las difíciles combinaciones de dicho “sport”."

Por medio de ambas informaciones parece bien claro que el Sevilla Balompié y, por consiguiente, el Real Betis Balompié, es el equipo más antiguo de la ciudad. Pero, aún localizamos otra prueba más palpable que avala la noticia aquí facilitada. La misma está recogida en el Libro Registro de Asociaciones que se conserva en la Delegación del Gobierno en Andalucía, que con anterioridad citamos. Dicho libro es una copia del que se destruyó en 1906, en el que estaban anotadas las entidades existentes en Sevilla tras la propagación de la Ley que establecía el registro oficial en el Gobierno Civil de las entidades constituidas y de las que se fundaran con posterioridad. En la primera página de este libro, el encargado del negociado escribe que se ha procurado aquilatar en todo lo posible, la exactitud de los asientos, apelando a datos suministrados por certificaciones de las Autoridades locales a cuya responsabilidad quedan las inexactitudes que hayan podido cometerse.

Pues bien, en el asiento número 283 de ese libro, aparece registrado el Sevilla Balompié, el 1 de febrero de 1909. El nombre de dicho club está tachado y sustituido por el de Real Betis Balompié, una vez que se produjo su cambio de denominación en 1914. En la hoja siguiente y en el mismo número de asiento, aparece la siguiente acotación: "Con fecha 26 de agosto 1915 se reforman los Reglamentos fusionándose con esta Sociedad (se refiere al Sevilla Balompié) la denominada Sociedad Real Betis Foot-Ball Club y desde esta fecha en virtud de R. O. 23 de diciembre de 1914 se denominará Real Betis Balompié". En suma, que, como quedó apuntado con anterioridad, no se constituye un nuevo club, sino que se procede al cambio de denominación del Sevilla Balompié, único equipo, de los dos que se fusionaron, que aparece inscrito en el susodicho Libro Registro de Asociaciones, cuyo asiento se reproduce arriba.

Pero aún queda otro dato, aún más revelador, que apoya sin duda de ninguna clase nuestra afirmación de que el Real Betis Balompié es el equipo más antiguo de Sevilla. Cinco asientos más abajo del que ocupa el Real Betis Balompié, en el número 288, aparece inscrito el Sevilla Foot-Ball Club con fecha 4 de marzo de 1909. O sea, un mes y tres días después de que lo hiciera el Sevilla Balompié. Y ojo, aquí ya no hablamos de hechos oficiosos, sino oficiales que son irrebatibles y no están a expensas de especulaciones, hipótesis o comentarios de personas que vivieron o no en la época que nos ocupa. Aquí sí que ya no existe posibilidad de manipular la historia como algunos hicieron con total impunidad. En la página siguiente del Libro Registro de Asociaciones al que nos referimos, en el mismo número de asiento, se inserta una acotación referente a un cambio de Reglamento del Sevilla Foot-Ball Club, realizado el 27 de junio de 1914.

Indicar que en otro libro de los que se conservan en la Delegación del Gobierno en Andalucía, que como el anterior no es copia de ningún otro, aparece registrado un Sevilla F. C. y en su asiento se hace constar que se ignora su fecha de inscripción.

Sin embargo, dicho registro se haya incluido entre los de las entidades inscritas en el último tramo de la década de 1930. Concretamente, entre el de la Sociedad Nuestra Señora de la Vega (1 de marzo de 1937) y el de la Sociedad de Socorros Mutuos “La Confianza” de Dos Hermanas (18 de marzo de 1938). En consecuencia, no puede tratarse de otro Sevilla Foot-Ball Club distinto al registrado en 1909, de cuya fundación se da cuenta en la portada de “EL LIBERAL” del sábado, 31 de octubre de 1908.

 

Por último, digamos que, como quiera que se ha cuestionado por alguna parte que el Sevilla Balompié fuese fundado en 1907, existe un dato que demuestra la veracidad de tal hecho y que a continuación reseñamos. El Real Betis Balompié celebró sus Bodas de Plata el 6 de enero de 1932, motivo por el que vino a jugar por primera vez a Sevilla el Athletic de Bilbao, que fue el equipo que intervino en el partido organizado para conmemorar tan importante evento. De ello se hizo eco la prensa sevillana, lo que nos demuestra que no fue en 1950 cuando se comenzó a propagar que el año de fundación del Real Betis Balompié fue 1907 con el nombre de Sevilla Balompié, sino mucho antes. Y esto es así, porque si las matemáticas no engañan siete y veinticinco son treinta y dos. Bueno será, por tanto, que se tome exacta nota de lo hasta aquí relatado para que nadie se llame a engaño y la realidad resplandezca en todos sus extremos en el caso que nos ocupa.

 

En resumen, que por la información facilitada y las pruebas documentales aportadas en esta pormenorizada información, queda totalmente demostrado que el Real Betis Balompié no necesita acudir a teorías, hipótesis o especulaciones para certificar su año de fundación. Posee, para ello, suficientes datos documentales con los que demostrar que va a celebrar su centenario cuando en realidad le corresponde. Sin alterar ni manipular la fecha de su fundación ni el verdadero comienzo de su historia. Dicho sea esto con la autoridad que nos confieren los documentos que hasta aquí hemos reproducido y cuya verificación está al alcance de todo aquel que desee comprobar su autenticidad.

 

¿Fue Triana la ciudad de Baitis?

¿Fue Triana la ciudad de Baitis?

HABIS

EVOLUCION GEOGRAFICA

Hace unos 5000 años, en los inicios del Calcolitico de Andalucía Occidental, el Rio Guadalquivir descomponía su curso varias docenas de kilometros arriba de su actual desembocadura. El municipio de Sevilla se mantenía bajo una extensa lamina de algunos kilometros de anchura y escasa profundidad a donde llegaba el flujo mareal desde la desembocadura, en lo que hoy es Coria del Rio. Desde alli hasta la Punta del Perro (el faro de Chipiona), el Guadqluivir conformaba una bahía que inundaba unos 2000 km2 de las actuales provincias de Sevilla, Cadiz y Huelva, y que se abría al Oceano por un estrecho de varios kilometros de anchura, desde dicha punta hasta el avance arenoso de Malandar.
Los habitantes poblaban las tierras altas proximas al gran Rio, como el Aljarafe o los Alcores, donde se conserva un continuum poblacional que va desde los inicios de dicho Calcolitico hasta el Bronce final, con asentamientos tan impotantes como Valencina, el Gandul o el Carambolo.
En ese largo periodo de casi dos milenios el arrastre de materiales fluviales va configurando islotes y una hidra de brazos fluviales que con el tiempo acabarán convergiendo en tres o cuatro. Uno de ellos correría más el este que el actual brazo occidental, por donde actualmente se asienta la isla de la Cartuja. Un segundo brazo correría por la actual darsena aunque de cauce mucho menos profundo. Un tercero recorrería la actual ciudad por las actuales Alameda, Sierpes, Pza Nueva y Avenida de la Constitución. A ellos habría que añadir los incipientes afluentes del Tagarete, el Tamarguillo o el Guadaira, que acabarían por configurar un paisaje pantanoso e inestable en una epoca con clima predominantemente atlantico (cerca de 1000 mm anuales) y que en tiempos de riadas recuperaría esa fisonomia de ancha lengua fluvial que poseía siglos atras. En esas circunstancias, desde las alturas del Aljarafe, el asentamiento de la actual Sevilla permanecía oculto por las aguas, asomando apenas algunos islotes: Cerro Macareno, Cerro del Aguila, y el islote primitivo de la ciudad de Sevilla, una mesa de unos 200 x 500 m que correria en sentido NO-SE desde la Pza del Salvador a los Jardines de Murillo.
Pero es a comienzos del I milenio a.c. cuando los cauces se estabilizan. El brazo más occidental se irá separando por el aporte de materiales hasta quedarse arrinconado a los pies del Aljarafe, surgiendo una larga isla que abarca las actuales La Cartuja, Triana-Los Remedios y la dehesa de Tablada.
No se sabe con certeza si a consecuencia de la guerra entre Leovigildo y Hemenegildo (que interpuso su flota y su ejercito entre Sevilla y el Rio para evitar la ayuda bizantina) o de la ampliación del perimetro amurallado de los Almoravides (hasta las actuales murallas de la Macarena), el curso más oriental del rio es separado de la actual dársena por un muro de defensa que ampliará el cauce de ésta y convertirá aquel en una larga laguna que perdura hasta el siglo XVI, liberando terreno para la expansion de la ciudad hacia el Oeste.
Paralelamente en tiempos almohades se construye el castillo de Triana (posteriormente Palacio de Al Zahir de Al Motamid y Castillo de San Jorge) donde hoy está el Mercado, para proteger la ciudad de ataques procedentes desde el Oeste. Como parte del sistema defensivo se crea una muralla defensiva y, a sus pies, un canal de agua se abre desde Chapina a Pza Cuba por la actual calle de Pages del Corro. Curiosamente en al argot trianero se conoce a esta calle como "La Cava", por lo que a pesar de las insistente leyenda sobre la hija del Conde Don Julián, es posible que dicho canal sea artificial. Al espacio entre esta Cava y el brazo occidental del rio se le denominará "Vega de Triana", por conformar un suelo idóneo para el cultivo de regadío.
Ya en época contemporánea se elevará el malecón de la calle Betis, se desecará la Cava para la urbanización de la Calle Pages del Corro y se elevará un muro de defensa para proteger el arrabal de las inundaciones, extendiendose el poblamiento por la zona liberada entre ambas.

LOS INICIOS HISTORICOS

Dada la inestabilidad de su asentamiento, todo experimento poblacional en Triana ha tendido a ser forzosamente provisional, y unido estrechamente a la actividad cerámica y fluvial.
Sobre su origen, no sólo no tenemos datos concretos, sino que además, en las menciones que se hace de Sevilla en los textos latinos, hay contradictorias noticias acerca de distintas entidades poblacionales que la arqueología no ha podido despejar y en las que la etimologia confunde más que ayuda.
Por un lado se habla de Traiana o Trajana (topónimo de la época imperial) como precedente, bien porque fuera fundada por el emperador Trajano, bien porque tuviese que ver su nombre con la herramienta ibera para arar la tierra (la "traia"). Por otro, y dada la confluencia en sus inmediaciones de distintos cursos del Guadalquivir, se ha propuesto la hipótesis de Trianas, como toponimo compuesto de la raiz tri- (tres) y el sustantivo iberico anas (rio). Así, Triana sería la tierra de los tres rios.
Por otro nos encontramos con la confusa noticia que da Estrabón acerca de una tal Baitis:
"Después de esta ciudad [Cordoba] y la de los gaditanos, es ciertamente famosa Hispalis, asimismo colonia romana: El hecho es que todavía su emporio permanece pero, por su consideración hacia los romanos, y por haber recibido recientemente soldados de Cesar, sobresale Baitis, aunque su comunidad fundacional no fue ilustre"
Es decir, que en las inmediaciones de Sevilla (queda excluida Italica que tambien es mencionada en la misma página), hay una ciudad llamada Baitis, de fundación no romana pero elevada en categoría con el asentamiento de soldados romanos. Curiosamente, la calle más antigua de Triana, la calle Betis, guarda el nombre romano de éste, y quien sabe si el toponimo prerromano antes de que se rebautizara como Traiana.
La confusión no se acaba aquí. Una vez establecida como colonia, Hispalis pertenece tanto a la tribu Sergia como a la Galeria. Pues bien, inscripciones de la época hablan indistintamente de habitantes de Hispalis y de habitantes de Romula. M.J. Henderson ha aventurado que Hispalis pudo haber sido una colonia doble, Julia (fundada por Cesar, con habitantes de la tribu Sergia e identificable con Sevilla) y Romula (fundada por Augusto, con habitantes de la tribu Galeria e identificable con Triana). De este modo el largo nombre romano de Sevilla, Colonia Julia Romula Hispalis, podía ser el resultado de la unificación administrativa de dos poblaciones ibericas (Hispalis y Baitis) posteriormente refundadas como colonias romanas (Julia y Romula).

BREVE RECORRIDO HISTORICO: ENTRE LA LEYENDA Y LA MARGINALIDAD.

Siendo Sevilla una ciudad tan afecta al relato legendario, el bautizo de sevillanía de su más famoso arrabal se produce con la historia de las santas Justa y Rufina.
A grandes rasgos, Justa y Rufina eran dos alfareras trianeras que, como muchos de sus convecinos de entonces y de ahora, vivían de convertir el arcilloso suelo trianero en cerámica. Cuenta la leyenda que estando ambas vendiendo sus productos en Sevilla pasó ante ellas la procesión de Salambó, cuyas cofrades pidieron a las hermanas algún donativo para la diosa, a lo que estas se negaron por considerar que la imagen que llevaban en andas estaba hecho del mismo barro que sus vasijas. A consecuencia de la disputa, que degeneró en pelea, la diosa cayó al suelo rompiendose en pedazos, dando razón ontologica a las alfareras, pero motivando su detención y posterior martirio. Gracias a esta narración sabemos que el posible hecho diferencial de la fundacíon separada de Sevilla y Triana, se perpetúa en el bajo imperio por motivos religiosos: Mientras que en Hispalis dominaban las creencias oficiales del Imperio, en Traiana ya vivián las primeras comunidades cristianas.
Más leyenda y menos historia tiene el segundo relato, el que habla de la Princesa Cava, esa por la que se perdió España, según menciona Sancho en el Quijote. Esta tal Cava era hija del conde visigodo Don Julián, y amante de Ruderico, Duque de la Betica. Al ascender éste ultimo al titulo de Rex Gothorum, la Cava, herida en su orgullo por no ser escogida por Ruderico como esposa y reina, conspirará con los partidarios de Witiza para traer a los moros a España. Según las ancianas del barrio el palacio de la princesa estaba pasando la Cava, de donde el nombre de dicha calle, pero es más seguro considerar que la calle Pages del Corro, como ya mencionamos arriba, proceda del más prosaico hecho de ser el encubrimiento de una cava defensiva.
Tanto la muralla romana, como la califal, como la almoravid, amplia su perimetro acercando Sevilla al Rio, que pasa de tener su linde en la calle Sierpes hasta tener sus atarazanas en la misma orilla. Sin embargo Triana permanecerá en todo este tiempo extramuros, y aunque dependiente de Madinat Isbiliyya, como las demás poblaciones y alquerías del entorno, mantendrá su idiosincrasia aparte. Una de ellas es la de albergar a la comunidad mozarabe de la ciudad. Cuentan las cronicas que al caer la noche los isbiliyíes menos observantes de los preceptos coránicos cruzaban el Kabir en barca hasta Madinat al Taryana, para visitar las tabernas cristianas donde se bebia el vino del Al Xaraf.
Tras la conquista de Fernando III, el barrio, hasta entonces contenido entre el Altozano y Pza Cuba, se extiende hacia el norte. Los soldados castellanos se asentarán en la actual calle de Castilla, los leoneses en el Barrio de León. El palacio al Zahir se convierte en fortaleza cristiana, Alfonso X manda construir la primer ilgesia ex-novo de la ciudad, la de Santa Ana, en un austero estilo cisterciense cuyo aspecto de fortaleza (hoy dia suavizado por el enlucido alberado, las tallas ceramicas y el airoso campanario barroco) revela el clima de inseguridad de la epoca. Parte de la población mudejar será confinada en el barrio hasta su expulsión tras la revuelta de la segunda mitad del XIII.
El 8 de agosto de 1492 parten las tres carabelas de Palos y muchos de sus componentes serán trianeros, entre ellos el primero en avistar tierra, Rodrigo de Triana, quien dice la leyenda que abjuró del cristianismo por escatimarle el Almirante la recompensa debida.A partir de entonces, el barrio se dualiza. Al norte se hace industrial (talleres alfareros, almonas reales...) y al sur marinero. En la misma calle Betis se erigirá el edificio de la Escuela de Mareantes (hoy desaparecido y ocupado por la Casa de las Columnas), donde se impartirán clases de geografía, matematicas, astronomía, para convertir a los duros pescadores del Guadalquvir en patronos de carabelas. Durante las decadas iniciales de la colonización de America el elemento poblador sevillano se destaca entre el resto, y dentro de él, el trianero. Basta un dato: En el Nuevo Mundo hay tres veces más toponimos que responden al nombre de Triana que al de Sevilla.
Tras la revuelta de las Alpujarras se procede a la dispersión de los moriscos por las principales ciudades españolas. En Sevilla se establecen varias morerias, la más numerosa de ellas en Triana. Al mismo tiempo, la infiltración gitana que ha ido bajando por el Reino de Aragón y estableciendose en Andalucía, se instala en el barrio al llegar a Sevilla, hogar que ocupará hasta la segunda mitad del siglo XX. Así, durante todo un siglo Triana será un barrio donde la convivencia entre moriscos y gitanos, y la permanente inmigración y emigración de la gente del mar, acabará por configurar una personalidad propia en una época donde el único vinculo fisico con la amurallada Sevilla será un simple puente de barcas, que no será eliminado hasta mediados del XIX. En epoca de inundaciones el barrio queda a su suerte y se inunda año tras año.
En estos tiempos se asientan en la Vega de Triana algunas casas (El Turruñuelo, la Herilla) y comunidades religiosas (Convento de los Remedios, Convento de San Jacinto).
El primero de noviembre de 1755 por la mañana, mientras media España se encuentra en misa, se desencadena el formidable terremoto de Lisboa. Sevilla ve caer cientos de sus edificios y agrietarse otros muchos en los primeros instantes. Pero lo peor está por llegar, una gigantesca marea de varios metros de altura consecuencia del tsunami provocado por el terremoto arrasa la costa atlantica pensinsular, destruyendo ciudades como Huelva y Cadiz, y remontando Rio arriba hasta Sevilla. La ciudad, protegida por sus murallas, queda a salvo, en Triana el agua barre los restos de las casas derrumbadas. Solo sobreviven el Altozano y la Iglesia de Santa Ana. El desastre dejará una fuerte impronta en la memoria popular hasta el punto de conservarse siglo y pico despues en la letra de una mitica soleá:
"El dia del terremoto
llegó el agüita hasta arriba.
Pero no pudo llegar
a donde llegó mi fatiga".

LA CONFORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD DIFERENCIADA

El período que va desde finales del siglo XVIII a mediados del XX, supone un largo período de tiempo en el que Sevilla, ciudad esplendorosa en los mejores momentos del Imperio, acusa una prolongada decadencia. Al mismo tiempo se están terminando de conformar algunos de los elementos basicos de la cultura andaluza, como son la predileccion definitiva de lo barroco sobre otras tendencias artisticas, la mixtificación entre lo culto y lo popular de sus manifestaciones más emblemáticas (tauromaquia a pie, semana santa...), pero va a ser el período en que un fenomeno de elaboración local y alcance universal, como es el flamenco, alcance su punto de inflexión en el camino hacia su estilización artística. En el siglo XIX Sevilla, y en especial Triana, se convertirán en el crisol donde los cantaores procendentes de distintos puntos del occidente andaluz eleven la interpretación de dichos cantes desde lo folklorico hasta lo culto. La primera noticia del flamenco en la historia literatura es el relato "UN baile en Triana" perteneciente a la serie "Escenas Andaluzas" del iniciador de la literatura costumbrista en España, el malagueño Serafín Estébanez Calderón.
En una ciudad encerrada sobre sí misma Triana manifiesta una personalidad joven y renovada que destaca en la expresión de sus fiestas más emblemáticas. A finales del mes de Julio el barrio comienza a celebrar la Velá de Santiago y Santa Ana, en el que se van a popularizar las casetas de lonas rayadas que después pasarán a la Feria de Abril y a otras ferias andaluzas; mientras las hermandades de penitencia y la procesión del Corpus Christi realizan sus estaciones a la Catedral, en Triana se celebrarán tomando como epicentro la Parroquia de Santa Ana, la más antigua de la ciudad, la segunda en numero de feligreses tras la del Sagrario. En estos momentos de gran expresividad religiosa, Triana acoge casi la tercera parte de las cofradias de la capital, y su hermandad del Rocío, la sexta en antigüiedad y una de las más numerosas, provocará un efecto de demostración sobre toda la comarca del Aljarafe y la propia capital que tardará más de 125 años en sacar la suya propia.
A partir de 1830, por decisión arzobispal, todas las hermandades de la capital deberán procesionar hacia la Catedral, lo que supondrá la unificación definitiva de la semana Santa sevillana, pero también el inicio de la rivalidad entre las hermandades señeras de los dos barrios más populosos de la ciudad: Triana y la Macarena.
Estamos en una epoca donde el puente sigue siendo de barcas, los lienzos de la vieja muralla sigue en pie, el grueso de la población trianera pertenece a las clases más bajas de la sociedad que habitan en corrales de vecinos, y dentro de ella la etnia gitana ocupa un papel muy marcado. Dice una soleá:
"Tu sabes que yo te quiero,
pero en la calle de las Sierpes
yo me siento extranjero"
¡Hasta dónde no llegaría la confrontación entre ambas orillas que, en sus orígenes, la mayor parte de la afición del Sevilla F.C. residía en la ciudad, y la del Betis en el arrabal!
Esta situación de asimetría permenente se resolverá en las décadas que van desde 1940 a 1970. Es este el período en que Sevilla, como el resto de España, se despereza tras el desastre de la guerra. Las viejas casas de vecinos, seña de indentidad del barrio se van demoliendo y sus habitantes emigran a los nuevos poligonos en las afueras de la ciudad, especialmente el Poligono Sur. Se configura así una Triana estructurada en tres estratos sentimentales: La vieja, amurallada entre la calle Betis y la Cava, la nueva, en los ensanches que ocupan la antigua Vega de Triana, y la diáspora, que vive en otros puntos de la ciudad pero que se reune en los "dias señalaítos" como reafirmación de su identidad.

CONCLUSIÓN

El turista que arriba a la capital hispalense suele, con frecuencia, ir en busca de Triana y, también con frecuencia, suele salir decepcionado. Triana no es un barrio monumental, sino atmosférico, lo mejor de sus gentes no reside en sus calles sino que marchó de ellas hace tiempo. Triana no es ya un lugar aparte sino un estado mental ocasional. Aún sobreviven ancianos que cuando cruzan el puente dicen que "van a Sevilla" y de vez en cuando vemos una camiseta con el provocador "Triana: Republica Independiente". Pero son los últimos estertores de una ciudad que nació dividida y que arrostra, de manera inevitable, su destino metropolitano.

"Sevilla tuvo una niña,
y le pusieron Triana;
la bautizaron en el Río
los gitanos de la Cava"

Real Baetis Hispalensis. Paseo por la importancia histórica del Betis sevillano.

Real Baetis Hispalensis. Paseo por la importancia histórica del Betis sevillano. BETICISTA

El geógrafo griego de Siglo I a.C., Estrabón, ya se refiere al nombre del Río, para describir la colonización romana: "Los turdetanos, especialmente los que habitan junto al Betis, han sido completamente romanizados".
Sin embargo, el mismo Julio César, narra el nombre del Río en sus escritos sobre la toma de Sevilla ante los pompeyanos: "...Ita erumpendo naves quae ad Baetim flamen fuissent, incentunt."
Un pedestal romano, conservado en nuestra ciudad, dedicado al Procurador Sexto Julio Posesor, resalta el comercio con el aceite en nuestra ciudad a través de su río entre los años 161/169, dice: "Posesor, Procurator ad ripam Baetis"

En el siglo XVII, el ilustre poeta sevillano Juan de la Cueva, en su soneto 207, decía: "Plaga que ha salido de poetas a celebrar la inundación del Betis"; en alusión a la importancia poética que en lo negativo también ha sido nuestro Río para la ciudad.
También, el viajero y escritor alemán Hyeronimus Münzer, que viajó por la Sevilla de 1494-1495, en los albores de los Siglos de Oro Sevillanos,se refirió: "al pié de sus murallas hacia el Occidente corre el Betis, río caudaloso y navegable, que a la hora de pleamar crece tres o cuatro codos, llevando entonces el agua ligeramente salada, así como al bajar la marea tórnase dulcísima".
Otro viajero, Diego Cuelvis, en su “Thesoro Chorographico” subrayó la importancia y la grandeza del Río: "Esta ciudad está puesta a la ribera del rió Guadalquivir que se llamaba antiguamente Betis: que allí es tan ancho y hondo que pueden bien llegar junto a la ciudad grandíssimos navíos de quatrocientas y quinientas y más toneladas. Es uno de los más principales Puertos de España donde salen cada año grandíssimas armadas y navíos o Galeones para las Indias Occidentales..."


Y...¡ LA INCONTESTABLE SEVILLANÍA DEL REAL BETIS BALOMPIÉ !


No obstante, la revelación más sorprendente, y posíblemente más interesante de todas las alusiones a Betis, sería la que de nuevo nos dice Estrabón en su "Geografía" (46-45 a.C). Libro III,2,1:
Esto es, que "...Descuella ciertamente Hispalis, colonia también ella de los romanos. Después de esta ciudad, si bien su mercado continúa existiendo, por su renombre y por haberse y por haberse establecido recientemente allí como colonos los soldados del César sobresale Betis, aunque no tenga entre su población hombres ilustres". O sea, señores, que esto demostró la existencia de una parte de la ciudad llamada Baetis(=Betis) y, aunque pudiera ser la primitiva Triana (cosa no demostrada aún, pero que no importaría mucho al caso), historiadores de la talla de Mommsen, Húbner o Antonio Blanco Freijeiro, asumen las palabras de Estrabón. Por consiguiente, nos permitimos el lujo de insertar otra acepción al topónimo "bético" conocido (el "perteneciente a la antigua provincia romana, la Bética, que recibe su nombre dado por el río Betis, que la cruza"), la de "¡Perteneciente a un lugar llamado Betis, que compartió Sevilla con el nombre sevillano Hispalis !" Por esa regla de tres, Sevillano, Bético e Hispalense, serían lo mismo. ¡Esto sí que termina proclamando definitivamente la sevillanía de nuestro Real Betis Balompié! Además, el término "Baetis", supera en antiguedad a la palabra "Isbiliya" árabe, en nada menos que 750-760 años; de la cual derivaría el nombre actual de la ciudad.

Y termino, recordando la lírica de los siglos XVI-XVII, a través del mismísimo dramaturgo Lope de Vega, que pareció intuir la fusión verdiblanca de nuesto Río-R.Betis, con un:

"Río de Sevilla
¡cuán bien pareces
con galeras blancas
y ramos verdes ¡"

El Manquepierda y las lágrimas de Alfonso

El Manquepierda y las lágrimas de Alfonso

ANTONIO BURGOS 

Yo he visto en esta noche las lágrimas de Alfonso, manzanares de rabia con un viejo color, guadalquivires llenos de un verde de esperanza, que se quedó vacía, una flor sin olor. Yo he visto en esta noche a otros cien mil alfonsos, los que siempre esperaron, que es el verde el corazón, los que gritan a veces, y a veces en silencio, las lágrimas se tragan y sueñan, que es mejor. Ganar en la derrota es lo nuestro de siempre, crecerse en el castigo; de tripas, corazón.

Del fondo de los tiempos vinieron desde Utrera los viejos autobuses, y Gordillo, y Del Sol, y también Larrinoa, Urquiaga, Areso, Aedo, la Liga que ganamos y el gol al Palamós. Y vino el Iliturgi, la Balona Linense, con Portu y Vilariño, Tercera División, y el España de Tánger el domingo que viene, a este paso jugamos también la promoción, a este paso hasta El Chato, que de Moguer le llaman, alquilará gargantas que puedan gritar gol. Y Curro en sus periódicos, con un babi azulina, en plena calle Sierpes lo dirá en un pregón, que vienen en el Marca estas grandes hazañas que Romero Murube a un jazmín le contó.

Y aquí está don Benito y Pascual Aparicio, también Sánchez Mejías, aquel que mereció la más bella elegía que nunca le escribieron a un presidente bético, que un toro lo mató y vino García Lorca a decir en sus versos que nunca encontraremos un andaluz mejor.

Sigo viendo esta noche las lágrimas de Alfonso, la rabia, el viejo grito que en el aire quedó, el Betis manque pierda, y esta vez ha perdido, pero siguen los sueños, y ahora digo que no. Que ahora escucho los cantos de las llenas tribunas, las banderas de verde, de las yerbas de olor, de arrayán, yerbaluisa, de alhucema y Romero, el sueño de un capote que su Betis soñó. Y lloran las banderas con sus verdes colores, pañuelos las bufandas en esta noche son, como Alfonso en el césped, mis lágrimas me dicen, que sumo trece barras, la antigua conclusión. Que esto de ser del Betis, de sentir sus colores, de entender sus derrotas, es una religión, que Serra es oficiante y Madrid es un templo, y a órgano resuena la voz de la afición. Grita Betis, mi Betis, y alarga las vocales, y alarga el sentimiento, es más fe que afición, un sentimiento trágico de lucha con la vida, porque es siempre lo malo mejor que lo peor, de sacarle partido a la amarga derrota y hallar amaneceres en la puesta de sol.

Aquí ni el Rey de España, que es bético de cuna, que es hijo de una abuela que al Betis le salió,que a la vieja corona, en su silla de ruedas, con aplausos augustos viene a darle sidol... Aquí ni el Rey de España, mis señores del Betis, consuela a nuestro héroe, que Alfonso es vencedor del tiempo y del espacio en la yerba tan verde, pero a todos los béticos nos gana el corazón. Y siguen, tan corales, tan solemnes, los gritos, que dicen Betis, Betis, y suenan sin dolor, que suenan como siempre, a orgullo de ser béticos, el temple que los siglos le dan al perdedor.

Y nosotros, Alfonso, lloramos con tus lágrimas, y suenan en Sevilla, en la torre mayor. Veintiocho de junio, es víspera esta noche, del día de San Pedro, el que también lloró. Ya nos trae por las gradas, columnas y cadenas, uniformes, penachos, a la Banda del Sol, un bético, Rogelio, montañés de Heliópolis, lo conoces, Conejo: el hijo de Trifón. Y suben a la torre clarines de victoria, a llorar a San Pedro o a llorar la ilusión, no lo sé, que al magnolio que está frente a la Lonja, lo encuentro en esta duda, igual que tengo yo. Ya suben por las rampas, ya están en las campanas, se asoman a la torre, que parece un balcón, que parece la plaza, nuestra plaza de toros, el chiquero, el tendido, las seis en el reloj, y el balcón torilero con sombrero de alancha, clarín a lo divino que se oye desde el sol parecen estas lágrimas, tan béticas que suenan, ¿son de Pedro, del Betis? Rogelio, ¿de quién son? ¿De Alfonso, de Esnaola, o del otro Rogelio, el que dijo a Iriondo "no corro, que es peor, que corren los cobardes y el Betis victorioso sabe templar despacio, belmontino, el balón"?

Ibas a florearlas si hubiéramos ganado. Y la estás floreando, clarín, Banda del Sol, una luz en la noche, cohetes en Triana, rezos en San Lorenzo, porque aquí quien venció fue el Betis sempiterno, la Giralda más fuerte.

Los hombres sólo lloran si tienen corazón.

Vuelven, Betis, las viejas banderas del setenta y siete

Vuelven, Betis, las viejas banderas del setenta y siete

MANUEL RAMÍREZ FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA 

10 de junio de 2005. Será día, niño, este de hoy, para juntar todas las emociones y apretarlas en un haz con las manos como se aprieta el romero en tardes de albero y de gloria; día en el que las viejas banderas de aquel año del setenta y siete del siglo pasado vuelvan porque nunca se habían ido del todo; día éste en el que la marcha verde, blanca y verde va camino de Madrid, con la misma fe y el mismo entusiasmo con que se iba, carreterita y manta, a Utrera, para conquistarla de nuevo y, qué casualidad, hacerlo en el mismo campo donde las lágrimas de entonces fueron de alegría y de emoción.

También, porque todo se hace sentimiento en su leyenda, cuando hubo que ir, y se fue, a campos de polvarea y hasta para sufrir, que es algo que acentúa la fe en verdiblanco, siete años, como las siete plagas de Egipto, en Tercera y, cuando muchos pensaban que allí acababa su leyenda, fue allí, precisamente desde los sótanos de las clasificaciones, donde naciera ese manquepierda, que no es blasón de pesimismo sino de la capacidad de volver a la vida de un club al que no había forma de quitarlo de en medio y hasta convertirlo en el también soñado manquegane.

Hoy será día también, en el que se acumularán en verdiblanco todos los recuerdos del ayer que sólo se supieron por la tradición oral de los que se fueron para siempre para que las nuevas generaciones vayan entendiendo qué es, qué significa, qué representa y qué se puede esperar de un Betis, lo mismo el todo que la nada: puede ganar una Copa, esta noche se verá, después de haberse metido en la Champions para que los béticos más jóvenes empiecen a entenderlo, aunque nunca llegarán a comprenderlo, tanto si sale cara o cruz en toda su historia, y los mayores le expliquen que la mejor manera de comprenderlo es quererlo. Quererlo con Copa y más, todavía, sin ella.

ESPECIAL: LA FUNDACIÓN DE LOS CLUBES SEVILLANOS (INTRODUCCIÓN)

ESPECIAL: LA FUNDACIÓN DE LOS CLUBES SEVILLANOS (INTRODUCCIÓN)

DISCÓBOLO

INTRODUCCIÓN

Como era previsible, una vez anunciado el inicio de los preparativos de nuestro centenario se ha puesto en marcha desde la otra orilla futbolística el correspondiente “contracentenario”. Un contracentenario que un mal pensado diría que se lanza con un “impulso” institucional encubierto. Claro que yo no soy mal pensado.

Uno de los objetivos del “contracentenario” parece ser cuestionar la fecha de nacimiento en la que se reconoce el Real Betis Balompié desde que la pelotita empezó a rodar por estos lares. Un empeño en el que se lleva trabajando desde hace ya un par de años y que tristemente ha creado escuela.

En su momento, para molestar lo menos posible a la gran mayoría de buenos vecinos que no son partícipes de este “contracentenario”, se intentó replicar al empeño con la mayor guasa posible (http://www.realbetisbalompie.es/foro/viewtopic.php?t=15674), pero dado que hay tal fijación con el tema, me temo que no queda otra que abordarlo, aún convencido de que nadie sale ganando en estas diatribas.

Quiero dejar esta cuestión muy clara, pues me parece fundamental: es desde la otra orilla desde donde se inicia, hace dos años, una línea de revisión histórica no ya solo sobre su historia sino sobre la nuestra. Libros vendidos en tiendas oficiales, afirmaciones en medios escritos o de otro tipo, artículos, conferencias, etc. son solo una parte de esta línea cuyo único fin, por desgracia, es llevar la rivalidad al análisis de la historia o sencillamente intentar molestar a quienes en su gran parte son amigos, familiares y en definitiva vecinos de la ciudad de Sevilla.

Claro que me atrevería a decir que si por algunos fuera, o al menos por lo que se les lee, hasta nos echarían de la ciudad o nos meterían en un barrio (convenientemente cerrado) para que no les molestásemos en “su” ciudad.

En definitiva, que pido disculpas por tener que salir al quite, pero quede en mi descargo que lo hago ante la osadía de quienes, contagiados por un señor osado, están llegando al punto de invitarse al cumpleaños de su vecino para decirle cuando tiene que celebrarlo.

Antes de seguir, aclaremos con prontitud este último extremo: el Real Betis Balompié celebra sus efemérides cuando le sale de donde ustedes imaginan, y sin tener que darle explicaciones a nadie. Ya, ya sé que a algunos les suena la frase de mediados de los 50, pero es que sigue siendo válida y más vale asentar los conceptos de previa. Eso sí, podemos añadir que además resulta que las celebra muy bien celebradas, con tradición en la celebración y coherencia en su historia. Más que quienes vienen a ponernos fecha, si se me permite decirlo.

Cuando hablo del “contracentenario” no me refiero obviamente a la guasa. El “93 no son 100” y similares, desde la realidad de ciertos documentos, se me antoja hasta entrañable. Eso sí, estoy deseando ver como se retuerce un apunte para llevar el ascua a esa sardina.

Cuando hablo del “contracentenario” me refiero a teorías elaboradas e incluso publicadas por señores que han desempeñado y siguen desempañando un papel institucional en su club, cuyo trabajo yo personalmente respeto, pero que me temo han errado el tiro al pretender enseñarnos nuestra historia… porque en tal caso obligan a que hablemos de nuestra historia y de la suya.

Aprovecho para indicar que el título que antes tenía el post era puramente irónico: Cuando hablaba de “LA VERDAD” no era más que una parodia del rotundo título de una conferencia de hace unos meses dedicada a cuestionar la fecha de nacimiento del Real Betis Balompié. Considérese pues bajo ese contexto, pues ciertamente no soy yo el que se considera en posesión de la verdad absoluta (otros parece que sí). Tan solo en disposición de exponer hechos, interrogantes y dejar que cada cual saque sus conclusiones.

Por cierto, debo indicar que en paralelo a quienes elaboran las teorías surgen sus alumnos, seguidores o imitadores, que beben parcialmente en sus fuentes y tal vez en otras de las que en su momento hablaremos. Como supongo que me contarán cosas, espero que originales para variar, solo ruego paciencia y tiempo si esperan respuesta por mi parte. O la venia para darla en el mismo ámbito, venia que espero haberme ganado al salir a campo descubierto tiempo ha. Solo recomiendo una cosa: midan bien la profundidad, al igual que yo procuro hacer.

Porque al final, y como veremos, el único registro fidedigno de ambos clubes –sin acreditación de fecha previa, como hacen otras sociedades- data de 1909. Y me parece digno de triple salto mortal en piscina olímpica el pretender adelantar una fecha 19 años con criterios más bien laxos (por no decir otra cosa) y al mismo tiempo atrasar otra 5 con no se sabe bien qué criterios. ¿No es un tanto ambicioso pretender que el club cuya existencia legal acreditable fehacientemente es un mes posterior a la del otro club, debe considerarse no ya 2, sino 24 años más antiguo? Que cada cual lo valore.

Pero para empezar este prolijo tema, vayamos al final. Vayamos a lo que otros llamarían “las fechas de la verdad” y yo sencillamente llamo exposición de datos:

 

Sobre leyendas, dueños y espejos

DISCÓBOLO 

Es común entre la mitad de Sevilla la especie de que los béticos no estuvieron al lado de su equipo en 1992, mientras que lo sevillistas sí, al igual que es común en esa mitad la especie de que el Betis tiene un dueño, mientras que el Sevilla pertenece "a los sevillistas". Sin ir más lejos, escritos vertidos en páginas de opinión o foros son fiel reflejo de la utilización de dichas leyendas, que se lanzan a la cara de los béticos al parecer desde una situación de presunta superioridad moral. Quede claro pues que es la desmitificación de leyendas erradas acerca del beticismo las que llevan a hablar de un equipo distinto al Betis y a cuyos aficionados se respetan (y, como es lógico y norma en esta ciudad, en muchos casos se quieren, como amigos y parientes).

Digo esto porque, partiendo de la base de que no soy yo precisamente de los que se sienten cómodos con la situación accionarial del Real Betis, ni con muchas pautas de gestión o declaraciones públicas de su Presidente, creo que sería conveniente que quienes nos espetan esta realidad fueran al menos conscientes de la suya. Y hablo en el terreno puramente societario, porque creo que en lo deportivo bastantes comparaciones se han hecho ya.

La historia dice que a 30 de Junio de 1992 los clubes tenían que convertirse en Sociedades Anónimas Deportivas con un capital social equivalente a las deudas que no asumiera el Plan de Saneamiento. En el caso del Real Betis el capital social exigido fue de 7 millones de euros, mientras que al Sevilla se le exigieron poco más de 4 millones de euros (estaba en mejor situación gracias a una recalificación -graciable o no, ustedes valores- que le había permitido ingresar 12 millones de euros).

En el caso del Betis, compraron acciones unos 7.000 béticos. Lo que podríamos considerar "el beticismo de a pie" compró acciones por valor de unos 3 millones de euros. No obstante, y a diferencia del Sevilla, no aparecieron "familias" con potencial (tal vez la recalificación mencionada y la diferente valoración de los terrenos de uno y otro club tuvieran algo que ver, como se está viendo con el tiempo); incluso hubo actores comunes, como Caldas, que se negó a negociar la deuda que el Betis tenía con Promainsur.

Curioso, al menos. El 30 de Junio de 1992, cuando al parecer algunos brindaban con champán, Lopera desembolsó los 4 millones de euros que se precisaban y se convirtió en el accionista mayoritario (o dueño) del Real Betis. Se adelantó con ello, según se dice, a otra facción encabezada al parecer por Galera y Retamero, que pretendía controlar el Betis aunque sin capacidad de desembolsar la cantidad íntegra.

En el caso del Sevilla, compraron acciones unos 4.000 socios. Lo que podríamos considerar "el sevillismo de a pie" compró algo más de 1 millón de euros, mientras que cerca de 3 millones (el 75%) fue comprado directa o indirectamente por los que se convirtieron en accionistas mayoritarios (o dueños, según se quiera) que en la práctica se repartieron el club: Cuervas, Romero, Carrión, Álvarez, Aguilar, Alés, Castro, Martín Baena, Del Nido y otros. Mucho podría hablarse de otras leyendas: la del paquete maldito, la de Antena 3 y otras, pero darían para un libro entero, y además no es a mí a quien corresponde escribirlo, sino a los sevillistas, en especial a aquellos con memoria y amor por su club.

En definitiva, el "beticismo de a pie" dio la cara -el bolsillo- en número de 7.000 y en cuantía de 500 millones de pesetas; el "sevillismo de a pie" dio la cara en número de 4.000 y en cuantía de unos 200 millones de pesetas.

En ambos casos llegaron otro u otros para hacerse con la propiedad real del club. En un caso, in extremis; en el otro caso con tiempo, tal vez porque era un botín más jugoso.

Esta es la leyenda de 1992: Yo no sé si podemos considerar que los béticos dieron la cara todo lo que debían o podían; lo que sí creo es que tal vez no estén los sevillistas en la mejor posición para ser quienes lo valoren, si nos remitimos a los hechos en vez de a las leyendas. Tal vez sería más conveniente para todos que dejasen que seamos los béticos quienes valoremos lo de 1992, y que valoren los sevillistas lo propio y sus consecuencias, que no fueron pocas.

Vayamos ahora con la leyenda acerca de la propiedad, según los datos actuales:

Previamente, hay que explicar que tras la conversión en SAD de 1992, en la que como hemos visto un 75% del capital social del Sevilla quedó en manos de los accionistas mayoritarios, pasó el tiempo, vinieron muchos presidentes, escándalos, catarsis y una historia que como ya dije corresponde contar a los sevillistas. Indicar meramente que en diciembre de 1997 se da la oportunidad a los sevillistas de adquirir un mayor número de acciones, con una ampliación de capital de 4 millones de euros, de la que solo se suscribieron unos 2 millones; a pesar de que creo recordar que se hizo un llamamiento a la masa social para evitar tener que vender el campo. Una ampliación con la que aumentó el reparto de acciones, pero sin eliminar plenamente la influencia de los accionistas mayoritarios. Indicar que los béticos no han tenido -desgraciadamente- esta oportunidad de acudir a una ampliación: ni de 4 millones, ni de 2 millones, ni de 60 euros. Por cierto, si se me permite y aunque no me corresponda, me gustaría hacer un reconocimiento a la actuación en esos años de DON Roberto Alés (el de "la penita" según algunos, que bien poco valoran lo mucho que hizo por su club y por el sevillismo, a pesar de que se hace caja ahora a costa de su siembra).

La situación actual, tras aquella ampliación, es la que sigue: El capital social del Betis es de 7 millones de euros, mientras que el del Sevilla es de 6 millones. El Betis tiene unos 7.000 accionistas, mientras que el Sevilla tiene unos 11.000. El "beticismo de a pie" tiene unos 3 millones, mientras que el "sevillismo de a pie" -ampliación incluida- no llega a esa cifra.

Lopera -Farusa- controla cerca del 55% del capital. En el caso del Sevilla, los accionistas mayoritarios controlan un 55% del capital (considerando como tales a Caldas -accionista mayoritario-, Romero, Carrión y Sevillistas de Nervión -compuesto por Grupo de Utrera, Del Nido y Alés-).

En el Betis, pues, manda Lopera, su accionista mayoritario (o dueño, según se prefiera). En el Sevilla manda Del Nido, con el apoyo expreso de Ales, Romero y el Grupo de Utrera -al que pertenece el Vicepresidente- y el apoyo tácito de Caldas y Carrión. Es decir, en el Sevilla mandan sus accionistas mayoritarios (o dueños, según se prefiera). Un "dueño" en un caso, nueve "dueños" en el otro. Cierto es que en un lado el poder es omnímodo, mientras que en el otro se precisa coincidencia de intereses; eso sí, no necesariamente ligados a los deseos de la masa social.

Esta es la leyenda en cuanto a la propiedad: Ya sabemos que el Betis no pertenece a los béticos (aunque si la alternativa a Lopera es que lo compre un señor como Caldas o un fondo de inversión, difícil me lo ponen, porque aún con todo lo dicho creo que Lopera quiere más al Betis que Caldas al Sevilla); pero en este caso, una vez más, tampoco parece que sean los sevillistas los moralmente mejor situados para valorarlo, pues tampoco el Sevilla les pertenece en sentido amplio.

Dicho sea todo lo anterior (primera y segunda parte) salvo error u omisión en los datos, y esperando no molestar a nadie, pues solo estoy intentando ofrecer un espejo a quienes se dedican a decirle a su vecino lo feo que es sin reparar en que el que de ello acusa tampoco es clavaito a Paul Newman precisamente. A quien moleste, siempre tiene la opción de no mirarse al espejo, y seguir pensando sinceramente que un sevillista con 5 acciones manda mucho más que un bético en su mismo caso.

En fin. Solo un corolario respecto a los acontecimientos de Agosto de 1995, dado que se ponen por algunos como ejemplo en contraposición con los de Junio de 1992: Eso sí, vuelvo a insistir en que no me corresponde a mí escribir la historia del sevillismo, sino a los sevillistas. Solo les pido que me permitan indicar tres cosas: La primera, que sin desmerecer la movilización del sevillismo y su capacidad de respuesta, tal vez no sea muy afortunado comparar el esfuerzo de acudir a una manifestación (que no tiene un descuento salarial como la huelga ni tuvo riesgo de represión policial precisamente) con un esfuerzo económico; digo que no es muy adecuado porque dejaría en mal lugar no ya a los béticos de 1992, sino a los mismos actores que en 1992 y 1997 suscribieron en número muy inferior las acciones del equipo por el que se manifestaron en 1995.

La segunda, que me permitan recordar que la solución finalmente tuvo que pasar por la asunción por unanimidad de todos los clubes de una Liga de 22 (ahórrense especulaciones acerca de cual hubiera sido el voto de ser secreto), arreglando así un cúmulo de despropositos del que fueron especialmente responsables el presidente y el vicepresidente de aquel entonces, pero cuyas consecuencias sufrimos todos los equipos. La tercera y última cosa que quiero indicar es que, a diferencia de sevillistas que andaban no ya fuera de Sevilla, sino de España, yo estuve aquella noche en la concentración esporádica del Pizjuan y el día de la manifestación, en ambos casos apoyando a mis amigos sevillistas (y no fuí el único bético). Igual que estuve en 1992 comprando las acciones que pude del Betis.